lunes, 8 de julio de 2013

Tener dinero es un síntoma de estar acertado



 
Tener dinero puede ser interpretado como que se están haciendo las cosas bien. Esta sensación de acierto disminuye la angustia.

— Somos animales gregarios, vivimos en manadas, en sociedades, en familias;

— Somos animales muy dependientes de ser amados, aceptados, reconocidos por los demás integrantes del grupo al que pertenecemos;

— No siempre tenemos la suerte de recibir una cantidad de amor suficiente, ya sea porque no somos tan simpáticos como los demás nos preferirían o porque nuestra ambición de amor excede lo que los demás son capaces de amar;

— Cuando somos condenados penalmente sufrimos por la pérdida de libertad que nos impone quedar encarcelados, pero además sufrimos por la pérdida de amor, de simpatía, de reconocimiento;

— Esta pérdida de amor causada por haber sido condenados al encierro funciona al revés en aquellos grupos dedicados a delinquir, donde las «entradas al presidio» son trofeos que aumentan el amor, el reconocimiento y la admiración de los integrantes del grupo al que pertenecen;

— En los casos en que alguien no recibe todo el amor que necesita el dinero parece funcionar como un calmante muy efectivo.

Este fenómeno ocurre de la siguiente forma:

— Alguien logra crear una fortuna importante según los parámetros de riqueza vigentes en el grupo de pertenencia;

— Si bien las demostraciones de afecto son escasas, el «rico antipático» no sufre tanto como sería de esperar pues cree que ese dinero que consiguió es una demostración de que merecería ser amado.

Como en muchos casos los estados de ánimo dependen en gran medida de las creencias.

Si alguien percibe y sufre por ser impopular, pocas veces tenido en cuenta, olvidado sistemáticamente en cualquier convocatoria, si tiene dinero queda habilitado para pensar que los demás están equivocados, que él está haciendo las cosas bien, que tiene la mala suerte de ser víctima de la incomprensión.

(Este es el Artículo Nº 1.924)

La intolerancia popular



 
Los criterios médicos para cuidar la salud son casi idénticos a los criterios utilizados para cuidar nuestra seguridad ciudadana.

Las amígdalas son un tejido ubicado en la parte trasera de la boca. Intentan ejercer una especie de «medicina preventiva» contra los agentes patógenos que procuran invadirnos.

Fuera de nuestros cuerpos existen muchos seres vivos interesados en habitarnos, comernos, succionarnos, sin preocuparse si nos causan algún malestar, incluida la propia muerte.

En esta característica (como en tantas otras actitudes), los humanos nos parecemos a nuestros enemigos.

Es frecuente y normal, aunque generalmente ilegal, que los humanos intentemos habitar el terreno o la casa de otra persona, que los pueblos peleen por un territorio, que el esfuerzo realizado por nuestro cuerpo (trabajo) intente ser explotado por quienes adhieren a la esclavitud, al abuso o al robo, sin preocuparse si causan algún malestar incluida la propia muerte.

La medicina es una de las técnicas, artes o ciencias más populares. Convive con el pueblo día a día, nos acompaña al nacer, al crecer, al reproducirnos y al morir.

Esta popularidad de la medicina explica por qué sus criterios también son populares.

Por ejemplo, podemos encontrar un paralelismo entre cómo la medicina trata a los agentes agresores del cuerpo y cómo la ciudadanía trata a los demás agentes agresores, más concretamente a los delincuentes, antisociales, vándalos, agitadores, revolucionarios, y demás ciudadanos que, por alterar el bienestar de la comunidad, son considerados enemigos, patógenos, indeseables.

Si la medicina estimula al pueblo para que extreme los cuidados de la salud (radiación solar, higiene, alimentación) es porque este pueblo posee una idiosincrasia que le reclama tal estímulo.

Conclusión: una medicina intolerante con la condición naturalmente enfermable de todo ser vivo, seguramente pertenece a una cultura donde encontraremos similar intolerancia popular hacia los ciudadanos que molestan (delincuentes, psicóticos, drogadictos).

(Este es el Artículo Nº 1.935)

Los delincuentes que van adelante de la policía



 
Al pequeño grupo de los emprendedores pertenecen los empresarios innovadores y los delincuentes imparables para quienes siempre corren de atrás.

No creo en el libre albedrío y sí creo que estamos multideterminados por una cantidad muy grande de factores ajenos a nuestro control (genética, ecosistema, otras personas, orden jurídico, cultura, tradiciones, mercado de oferta y demanda, enfermedades y seguramente muchos más).

Bajo este punto de vista es posible observar y pensar situaciones e ideas diferentes a la mayoría en tanto esta supone que tenemos libertad real de decidir qué hacemos y qué no hacemos.

Desde el punto de vista del determinismo es posible suponer que los seres humanos tenemos dos características diferentes y hasta cierto punto opuestas.

Un grupo grande de seres humanos está abocado a resolver los miles de problemas que se nos presentan en la existencia: ganar dinero para solventar los consumos básicos (alimentación, alojamiento, vestimenta), reparar lo que se estropea por el uso o por accidente, resolver conflictos entre los integrantes de la sociedad, administrar los recursos colectivos que solventan los gastos públicos, administrar justicia en caso de conductas prohibidas y perjudiciales.

Como podrá observarse esta lista no es exhaustiva.

Un grupo pequeño de seres humanos está abocado a crear nuevos escenarios, nuevas realidades, situaciones alternativas, inventar lo que todavía no se ha hecho.

Parece claro que es relativamente más fácil resolver problemas que se repiten de situaciones conocidas que generar nuevos negocios, nuevos productos, nuevas estrategias.

En ambos grupos también es posible decir que el grupo mayor corre detrás de los acontecimientos (trabaja cuando algo ya ocurrió), mientras que el grupo  menor avanza adelante de la realidad, de la situación, del momento actual.

Este pequeño grupo de emprendedores incluye a los empresarios exitosos y quienes delinquen con procedimientos no previstos por la policía.

(Este es el Artículo Nº 1.907)