viernes, 6 de diciembre de 2013

Pedofilia: amor condenable

  
Aunque la palabra pedofilia significa ‘amor a los niños’, se usa para designar un delito terrible, repudiado unánimemente por todos.

Para una persona vocacionalmente interesada en saber del ser humano, todo haría pensar que tiene que estudiar psicología, psicoanálisis, historia, antropología, sociología, filosofía, anatomía y fisiología humanas.

Con estas aproximaciones se habrá empezado a dar cumplimiento a aquella orden milenaria que dice: «conócete a ti mismo».

Para continuar, en un segundo nivel de conocimientos, tendrá que estudiar derecho, legislación comparada (de varios pueblos), sistemas judiciales, sistemas penitenciarios, psiquiatría.

Para terminar el cursillo de Introducción al conocimiento del ser humano, convendría que se especialice en Derecho penal, es decir, el derecho relativo a las leyes, instituciones o acciones destinadas a perseguir crímenes o delitos.

Al evaluar la complejidad y la inversión de tiempo que impondrían estos estudios entendemos por qué aquella orden milenaria («conócete a ti mismo») nunca se cumple.

Desde mi inseguro punto de vista, los crímenes y delitos parecen ir en aumento porque los legisladores tampoco tuvieron tiempo de «conocerse a sí mismos». Por eso hacen leyes que solo castigan al delincuente, quien vuelve a reincidir cuando cumple su condena.

Por ejemplo, estamos todos de acuerdo en que la prostitución y la pornografía infantil son delitos muy conmocionantes, perturbadores, indignantes.

Las personas que cometen estos delitos no deben seguir circulando porque son ciudadanos incapaces de respetar las normas de convivencia, pero observemos qué nos ocurre con los niños, observemos la pedofilia de los ciudadanos comunes.

— Amamos a los niños;
— Reconocemos que los niños son bellos;
— Con toda lógica, prohibimos la sexualidad con los niños;
— Sin embargo, las mujeres se depilan casi totalmente, en la mayoría de los casos, para emular la falta de pilosidad en el cuerpo infantil.

Conclusión: Popularmente se imita la ausencia de pilosidad infantil con fines eróticos.

(Este es el Artículo Nº 2.098)


El preocupante poder de los médicos


El poder de la corporación médica y de las empresas farmacéuticas constituye una situación que lamentablemente debería preocuparnos.

Una familia con muchos hijos sabe qué diferentes pueden ser las personas a pesar de poseer la misma genética y de ser criados en un mismo hogar.

Dos inmigrantes italianos, que llegaron a los Estados Unidos cuando en Italia pasaban hambre y en la joven nación todo era entusiasmo y oportunidades, tuvieron cinco niños, a todos los criaron con la misma devoción, pero el segundo, Bruno, nació en un crudo invierno de Chicago y cuando cumplió cuatro años no tuvo la fiesta que esperaba porque los padres eran muy pobres y el negocio de colocación de vidrios en invierno era cuando menos vendía.

Pero Bruno tuvo todo un año para pensar en su triste situación, en que debía hacer algo para que ese cumpleaños sin fiesta no volviera a repetirse y, gracias a su ingenio y audacia, logró tener su fiestita.

Las ventas comenzaron a subir cuando la fecha de su cumpleaños se acercaba.

Así ocurrió hasta los nueve años, cuando por exceso de ambición, cometió un error que le transformó el día de su cumpleaños en un día de severa penitencia. En lugar de romper tirando piedras las ventanas de tres casas cercanas, quiso tener una fiesta mejor y rompió los vidrios de cinco casas. Este hecho llamó la atención, los padres pensaron, preguntaron, y descubrieron al pequeño delincuente.

Me preocupa la condición humana, porque seguramente yo soy como ese niño aunque menos inteligente o menos ambicioso, pero qué pasa cuando los médicos pueden hacer y deshacer, encubiertos por su corporativismo y por un saber que los aísla de quienes sabemos poco y nada de anatomía, fisiología, medicamentos, cirugía.

¿Ellos priorizarán el cuidado de mi salud o de sus ventas?

(Este es el Artículo Nº 2.061)