Una compradora compulsiva puede ser una mujer que
desea a muchos hombres pero que moralmente tiene prohibida la promiscuidad.
Comparto mis observaciones y
las opiniones que me inspiran, confiando en que ustedes poseen el discernimiento
suficiente para hacer una evaluación tan valiosa como la que podría hacer
cualquier especialista.
Claro que si usted piensa que
los especialistas son los dueños de la verdad, si piensa que opinar sobre los
instintos solo está reservado a quienes hayan publicado por lo menos un libro
sobre el tema, entonces tendrá que delinquir, esto es, opinar atrevidamente
invadiendo los dominios sagrados de esos propietarios del saber en los que
usted cree.
Para alentarlo en este asalto
le digo que yo lo hago todo el tiempo, que no respeto la sabiduría de esos
famosos más que la sabiduría de quien crió un hijo.
Luego de alentar su audacia a
que se anime a pensar por usted mismo, le cuento una de mis observaciones.
La mayoría de las mujeres son
muy selectivas con el padre de sus hijos. Por algún motivo propio de la
especie, lo eligen muy minuciosamente aunque la decisión está fuera de su
control. En suma: ella quiere ser embarazada por Fulanito de Tal y por ningún
otro. Así funcionan la mayoría de las mujeres.
Sin embargo, existe otro grupo
que tiene un criterio diferente. Podría describirlo diciendo que no prefieren a
un varón determinado sino que sienten un amor genérico por los varones. Sueñan
con ser embarazadas por muchos. Se imaginan desencadenando una locura colectiva
entre los hombres que la conocen. Son capaces de amar a muchos, son
enamoradizas, tienen un cuerpo tan magnético que se siente atraído por muchos.
Si la moral le impide
acostarse con todos, quizá se consuele siendo una compradora compulsiva que se enamora fugazmente de cualquier objeto.
(Este es el Artículo Nº 1.999)
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