sábado, 9 de noviembre de 2013

Metáfora de un embarazo masculino


Durante tres días fue tapa de diarios el escandaloso juicio con el que Graciana Dotti demandó a su esposo, Víctor Lacustre, acusándolo de haberle robado la idea sobre el negocio que los enriqueció.

La mujer salió a los medios despotricando contra ese «plagiador, ladrón, abusador» y, sin quedarse atrás, Víctor respondía una por una las acusaciones.

El público tomó partido rápidamente: unos estaban a favor de ella y otros a favor de él.

Eran hinchadas diferentes. A ella la apoyaban mujeres feministas y muy pocos hombres; mientras que a él lo apoyaban, moderadamente, personas de diferente extracción. Los noticieros le daban mayor cobertura a las más ruidosas, exaltadas, escandalosas y apenas publicaban las lacónicas opiniones que defendían al empresario.

A última hora de la tarde, un portavoz del juzgado comunicó a la prensa cuál había sido el resultado del litigio: atendiendo al testimonio de los litigantes (marido y esposa), en tanto coincidían en que la idea había sido de la señora y que su puesta en práctica había sido de responsabilidad del señor, «esta corte resuelve que el 90% del capital accionario pertenece al empresario y que el restante 10% pertenece a su esposa, quien aportó la idea».

La noticia cayó como una bomba entre la ruidosa hinchada que apoyaba el reclamo de la mujer. Se acusó de machismo a la justicia en general y al juez actuante en particular, de discriminación de género, de violencia doméstica al esposo.

Cuando, seis meses después, los ánimos volvieron a su cauce, el juez cumplió su promesa de ser entrevistado por un conocido periodista.

La entrevista fue realmente breve porque el juez fundamentó el fallo diciendo: la señora solo puso la idea, como el varón solo pone el semen, pero quien gestó la empresa fue el empresario, como hace una mujer cuando gesta.


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