miércoles, 9 de abril de 2014

Delitos contra la propiedad y la incoherencia


Estamos convencidos que el apego a la lógica es tranquilizador, aunque deberíamos reconocer que no siempre es así y que la racionalidad puede ser un dogma pasible de ser revisado.

Con frecuencia oímos decir que los niños infractores no nacieron ladrones sino que fue la sociedad la que los indujo a esa conducta o, al menos, les permitió que se transformaran en antisociales.

Seguramente algo de verdad existe en esta afirmación, pero podría agregarse algo más.

Podría pensarse que todos nacemos ladrones, aunque en el proceso de aprendizaje nos volvemos más y más inhibidos para hacer algo que está expresamente condenado por el código penal.

Esta forma de describir los hechos incorpora un matiz que puede ser valioso a la hora de evaluar la conducta de los infractores. No es lo mismo decir que ellos son defectuosos a decir que ellos son desinhibidos y que no tienen tanto miedo como los que nos autodefinimos como honrados.

Podría adelantar una conclusión algo paradójica: Si nos imponemos la obligación de ser coherentes quedamos expuestos a la inseguridad ciudadana.

Efectivamente: por un lado ensalzamos a los valientes, criticamos a los miedosos, pero resulta que para ser honrados tenemos que ser temerosos de las amenazas impuestas por la ley.

La compulsión a ser coherentes nos obliga a caer en una debilitante contradicción: o somos cobardes y honrados o somos valientes pero delincuentes. Esto nos llevaría a pensar que padecemos las acciones delictivas porque nos obligamos a ser coherentes y nos sentimos en falta cuando no podemos serlo.

En otras palabras: nuestra cultura pro-coherencia les está diciendo a quienes roban por falta de temor a los castigos, que no son valientes, pero también nos dice a todos que la ausencia de miedo es una característica que valoramos.

Conclusión: quizá debamos comenzar a pensar que sería positivo oficializar la incoherencia como un rasgo valioso de nuestro funcionamiento mental. A veces tenemos que apartarnos de la lógica. La razón no tiene cabida en cualquier circunstancia.

Creo que esta propuesta puede generar miedo a un caos, a la anarquía. En nuestra cultura creemos que el apego a la lógica es tranquilizador, aunque deberíamos reconocer que no siempre es así y que la racionalidad puede ser un dogma pasible de ser revisado.

(Este es el Artículo Nº 2.189)


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