Mucha gente presupone una
maliciosa intencionalidad cuando se ven afectadas por errores en temas de
dinero (les pagan de menos o les cobran de más).
Les decía en un artículo (1) que, si bien es
difícil armar un barco dentro de una botella, más difícil pero más importante
es poder «construir una
buena imagen nuestra dentro de la cabeza de quienes nos rodean».
Comentaba en otro artículo (2) la terrible
injuria que padecen los hermanos mayores cuando se sienten salvajemente
despojados de lo que creían tener, ante el nacimiento de un hermano.
Agregaba en este mismo artículo (2) que el
hermano mayor se siente robado e invadido por el menor pero nadie se solidariza
con su «desgracia» y
hasta lo acusan de no querer al nuevo hermanito.
Y ahora les comento una idea que combina a las
ideas que acabo de mencionar.
Tenemos que
tener muy en cuenta que muchas personas guardan un solapado rencor hacia la
sociedad que las trató tan injustamente.
Aunque
muchos han intentado olvidar estas peripecias, en el fondo tenemos que
considerar que esas injusticias no se olvidan tan fácilmente.
Cada vez
que intentamos generar una buena imagen en la mente de los demás tenemos que
evitar cualquier acto nuestro que pueda «despertar» ese rencor precariamente
«dormido».
Conviene
saber que muchos adultos fueron «robados» y obligados a perdonar, tolerar y
hacer exhibiciones de amor ante un hermano que desearían haber matado.
En el fondo
de su memoria creen que la sociedad intentará nuevamente robarlos,
desplazarlos, chantajearlos y obligarlos a perdonar y a amar al victimario.
Dicho de
otro modo: una historia personal bastante frecuente entre quienes tienen
hermanos menores los predispone a desconfiar de la honestidad ajena. Por esto
tanta gente presupone una maliciosa intencionalidad cuando les pagan de menos o
les cobran de más.
(Este es el
Artículo Nº 1.615)
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