lunes, 5 de noviembre de 2012

La democracia y el menor esfuerzo



   
Porque amamos tener poder, todos somos potenciales tiranos devenidos en apacibles demócratas por la imperiosa necesidad de no esforzarnos.

Decimos con sincera convicción que amamos la libertad y rechazamos la represión o la esclavitud.

Tenemos que decirlo en voz alta para que podamos creerlo. Quienes son interrogados sobre su postura ante la libertad (propia y ajena), son categóricos: el ser humano debe gozar de libertad (excepto que debamos quitársela por razones de interés público, cosa que ocurre, por ejemplo, con los delincuentes).

Este es un principio ético pero no un deseo genuino porque ser libres cuesta un esfuerzo y, por naturaleza, nuestro cuerpo evita hacer esfuerzos. Inteligentemente evadimos todo esfuerzo que no sea imprescindible.

Alguien podría decir que las personas que hacen ejercicio físico contradicen esta afirmación, pero me permito insistir: quienes hacen esfuerzo físico están obligados por su temor a transgredir las terroríficas recomendaciones del cardiólogo, es decir, que se esfuerzan aparentemente en forma voluntaria pero en los hechos lo hacen bajo amenaza de muerte.

La mencionada búsqueda de libertad no es tan sincera como parece.

Nuestra emoción predominante es el miedo a la incertidumbre, a cometer errores que nos condenen a una vida de eterno arrepentimiento.

La clave de la confusión creo que está en que deseamos vivir en una dictadura afín a nuestras preferencias ideológicas, en cuanto a orientación política, religiosa y filosófica.

Nuestro real razonamiento podría ser: Quiero vivir en un régimen dictatorial en el que el tirano piense igual que yo y que sea él quien me aplique todo su rigor para que nunca me sienta responsable de mi malestar.

El inconveniente lo tienen solo aquellos cuyas preferencias ideológicas no coinciden con las imposiciones del régimen.

En otras palabras: todos somos potenciales tiranos devenidos en apacibles demócratas por esa imperiosa necesidad de no esforzarnos.

(Este es el Artículo Nº 1.711)

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