Todos sabemos que los ladrones aprovechan la oscuridad de la
noche para robar.
Algunas noticias llaman tanto la atención (obnubilan,
encandilan), que equivalen a la oscuridad de la noche.
Las agencias noticiosas ganan dinero para poder comer, siempre
que existan personas ávidas de comprar su información.
Si esas noticias escasean, ellos tienen dificultades para
ganarse el sustento.
Cuando una noticia se vende muy bien, ellos le sacan todo el
provecho posible. La difunden muchas veces, en diferentes medios, con variado
dramatismo, con mucho énfasis.
Esto acapara nuestra atención.
Quienes están esperando el mejor momento para perpetrar
algún acto condenable (estafa, acción política condenable, decisión perjudicial),
saben que este encandilamiento
(provocado por los medios de comunicación sensacionalistas) es ideal.
Sería excesivamente paranoico de mi parte (aunque no
ilógico), suponer que las agencias noticiosas podrían ser cómplices de algún
ilícito que —para perpetrarse— necesite que la opinión pública esté
entretenida, distraída, alarmada, con otro asunto.
No olvidemos que casi todos los ladronzuelos operan de a
dos: uno distrae a la víctima y el otro le sustrae la billetera.
Observemos además que los medios de comunicación, son cada
vez más seductores y procuran exponer las novedades de forma amena, divertida.
Los noticieros se parecen a un show artístico... que nos
distrae.
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