viernes, 25 de mayo de 2012

Al caer la aurora


Todos sabemos que los ladrones aprovechan la oscuridad de la noche para robar.

Algunas noticias llaman tanto la atención (obnubilan, encandilan), que equivalen a la oscuridad de la noche.

Las agencias noticiosas ganan dinero para poder comer, siempre que existan personas ávidas de comprar su información.

Si esas noticias escasean, ellos tienen dificultades para ganarse el sustento.

Cuando una noticia se vende muy bien, ellos le sacan todo el provecho posible. La difunden muchas veces, en diferentes medios, con variado dramatismo, con mucho énfasis.

Esto acapara nuestra atención.

Quienes están esperando el mejor momento para perpetrar algún acto condenable (estafa, acción política condenable, decisión perjudicial), saben que este encandilamiento (provocado por los medios de comunicación sensacionalistas) es ideal.

Sería excesivamente paranoico de mi parte (aunque no ilógico), suponer que las agencias noticiosas podrían ser cómplices de algún ilícito que —para perpetrarse— necesite que la opinión pública esté entretenida, distraída, alarmada, con otro asunto.

No olvidemos que casi todos los ladronzuelos operan de a dos: uno distrae a la víctima y el otro le sustrae la billetera.

Observemos además que los medios de comunicación, son cada vez más seductores y procuran exponer las novedades de forma amena, divertida.

Los noticieros se parecen a un show artístico... que nos distrae.

En suma: Sería saludable desarrollar el reflejo de confirmar si aún tenemos la billetera, cada vez que algo nos gusta demasiado (festejos, escándalo, milagro, estruendo, noticia increíble, insólita, paradójica).

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