El lenguaje nos muestra un verbo con significados moralmente contradictorios.
De vez en cuando
me doy una vuelta por el Diccionario de la Real Academia porque
hasta hace unos años estaba dirigido por gente muy conservadora que excluía
muchos vocablos de uso corriente como si no pertenecieran al idioma castellano
a pesar de tener una gran eficacia a la hora trasmitir conceptos muy necesarios
para la comunicación.
Esto ha venido
cambiando por suerte. Quizá bajó la edad promedio de quienes toman decisiones o
cambiaron el equipo de aire acondicionado y puede respirarse en sus despachos
vientos de mayor demo-cracia (gobierno del pueblo).
Fue con gran
alegría que encontré en verbo afanar,
que yo lo tenía como propiedad del lunfardo rioplatense pero que ahora lo podemos
encontrar ocupando un digno lugar en nuestro diccionario de la R.A.E.. (1)
Es muy divertido
ver qué cosas decimos además de las que pretendemos comunicar.
El verbo en
cuestión quiere significar tanto robar y estafar como trabajar con pasión.
¿Ustedes no
encuentran fascinante el hecho
de que en este simple verbo viajen juntos temas tan sensibles como la «seguridad
ciudadana» y la «vocación de servicio»?
¿No les parece
escalofriante que nuestro idioma haya bautizado de la misma forma acciones que
moralmente (parecería que) se encuentran en las antípodas?
Reconozco que
puedo pecar de hipersensible al emocionarme con la lectura de un diccionario,
pero ¿no tengo un poco de razón?
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