sábado, 2 de junio de 2012

El robo por amor al prójimo



En el artículo anterior titulado Que nunca falte la falta terminaba diciendo que es la actitud inconciente de muchas personas —que no confían en que la naturaleza les mantendrá con la energía física y anímica suficiente—, ambicionar con desmesura el tener deseos y necesidades.

Con esta lógica llegamos a situaciones coherentes pero que pueden extrañar a quienes no conozcan su funcionamiento.

Si uno procura ayudarlas, seguramente les estará causando un perjuicio. Cuando uno colabora con alguien le está quitando necesidades y si éstas son consideradas como algo tan valioso, entonces llegamos a la insólita situación de que una colaboración es registrada como un hurto.

El que comedidamente trata de quitarle las necesidades a quien hace cosas inconcientemente para que nunca le falten, está teniendo una conducta que socialmente merece el agradecimiento. El que recibe la ayuda sabe que debe estar agradecido pero sin embargo sólo le surgen sentimientos de rechazo y no entiende por qué (recordemos que su estrategia es inconciente y que por lo tanto él tampoco la conoce).

El beneficiario de la ayuda se siente mal y no sabe porqué, aunque una vez conocida cuál es su estrategia de vida podemos entender que el comedido lo está robando y que él no puede evitarlo ya que culturalmente debería estar agradecido.

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