«Todos los ricos son delincuentes».
Seguramente usted
habrá escuchado esto alguna vez y me detengo para hacer dos comentarios.
1) Quien dice esto
se está refiriendo a alguien que económicamente está por encima suyo. Por
ejemplo, si es un auxiliar contable en un supermercado, puede pensarlo de su
jefe porque tiene un auto; si es este jefe, se está refiriendo al dueño de la
empresa; si es el dueño de la empresa, se está refiriendo a un mayorista que
tiene una empresa diez veces más valiosa que la suya; etc.
2) No solamente es
cierto que los ricos pueden ser delincuentes sino que además es muy útil tener
esta creencia. Cuál es la ventaja de pensar así? Es la siguiente:
Ascender
económicamente es mucho más difícil que descender. Si nos convencemos de que
aquellos que progresaron lo hicieron robando, podemos dar por sentado que
nuestra actual escasez corresponde a nuestra acrisolada honestidad (lo cual es
un mérito nada despreciable).
En suma: Sólo
existen motivos a favor para creer que nuestra falta de progreso se debe a
cualidades humanas muy valiosas (honestidad, escrúpulos, ambición moderada).
Ironías a un lado, seguramente
existen ricos delincuentes, pero una mayoría posee cualidades especiales y un
objetivo muy firme de llegar a tener esa fortuna.
Una vez más, la
creencia en cosas o situaciones indemostrables (la deshonestidad de los ricos) está
al servicio de la irresponsabilidad, de la falta de pujanza y de apegarnos a lo
que resulte más cómodo.
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