martes, 26 de junio de 2012

El robo vengativo de maridos


La fidelidad es algo que buscamos todos.

Deseamos y necesitamos ser queridos un día tras otro de tal forma que podamos disfrutar del amor que hemos recibido, del que estamos recibiendo hoy y del que estamos casi convencidos que seguiremos recibiendo en el futuro.

Que nuestro amante nos quiera en exclusividad ya es otro asunto. Para mí es un deseo suntuario, lujoso, difícil de conseguir y —sobre todo—, de mantener.

En otros artículos (1) he comentado que es la mujer la que convoca y elige al varón que será el padre de sus hijos. Los varones, por nuestra parte, tratamos de mostrarnos elegibles (belleza física, poder económico, audacia).

En términos generales, la fidelidad en una pareja tiene su punto más débil en el varón justamente porque ellas son las que convocan y eligen.

Las mujeres tienen que conservar buenas relaciones con otras mujeres porque no es nada difícil para una de ellas destruirle la familia a la que se porte mal.

Una mujer que esté gozando de una buena vida en pareja con un hombre, no sólo tiene que preocuparse de que éste se mantenga satisfecho con la relación, sino que además tiene que cuidarse de que otra no se lo quite vengativamente.

La mayoría de los comentarios sobre la infidelidad asociada a la venganza se refieren a la infidelidad por venganza (ante la infidelidad de uno, el otro toma venganza haciendo lo mismo). En este caso estoy refiriéndome al acto agresivo de una mujer contra otra.

Nota: Estas reflexiones no se apoyan en estadísticas —como algunos pretenden—, por dos razones: 1) porque las encuestas y sus respectivos resultados (estadísticos) no son confiables en general y 2) porque sobre este tema en particular, los entrevistados siempre le mienten al entrevistador y a sí mismos.

     

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