jueves, 14 de junio de 2012

Pobreza autocurativa


Un par de comentarios sobre el artículo de anteayer titulado «Mi perro aún no vota» me sugirieron otra forma de ver lo mismo.

Algunos ciudadanos padecen una restricción en sus libertades porque la sociedad entiende que pueden actuar de una forma perjudicial para sí mismos o para los demás.

Así tenemos personas medicadas por la psiquiatría que, como se dice en la jerga médica, están «químicamente enchalecados» (aludiendo al chaleco de tela que suele usarse para controlar los movimientos de los pacientes que cursan una crisis de agitación corporal).

Esta limitación de los movimientos de una persona se hace porque se entiende —como dije— que de lo contrario podría perjudicar o perjudicarse.

La pobreza también podría considerarse un «chaleco económico».

Estaremos de acuerdo con que la escasez de recursos materiales restringe fuertemente la libertad de los ciudadanos y bien podríamos pensar que esta situación es la consecuencia de un diagnóstico según el cual esa persona, con más dinero, no sabría darle un uso conveniente para sí mismo o para la sociedad.

Hasta donde conozco, la diferencia con el enchalecamiento químico (donde el diagnóstico y tratamiento lo provee un psiquíatra), en este caso es el propio ciudadano quien tiene una actitud saludable (autocurativa) privándose en lo posible de algo (el dinero) cuya tenencia lo hace sentir mal, lo preocupa, le impone una disciplina que lo enferma, teme que alguien lo lastime para robárselo, su ideología religiosa lo hace sentir pecador o impuro... y me quedo con la convicción de que esta lista de motivos es muy incompleta.

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