martes, 12 de junio de 2012

Ladrones solidarios


El sentimiento de solidaridad nos hace pensar que la desdicha de un semejante es y debe ser también nuestra.

El sentimiento de solidaridad nos hace pensar que la felicidad de un semejante es y debe ser también nuestra.

Habrán observado que el primer punto de vista es el popularmente aceptado mientras que el segundo, igualmente válido, no es reconocido.

Como la naturaleza siempre busca equilibrios, esta omisión de nuestra cultura (no reconocer como válida la solidaridad con quienes están mejor que uno) tiende a corregirse por vías indirectas. Es lo que hacen los ladrones, estafadores y demás delincuentes que atentan contra el derecho a la propiedad.

Por supuesto que no estoy diciendo que este derecho deba ser desatendido. En nuestro estilo de convivencia el derecho a la propiedad privada es quizá tan importante como el derecho a la conservación de la salud y de la vida.

Sólo me interesa señalar que este derecho está permanentemente siendo vulnerado porque corre con viento en contra dado que el sentimiento de solidaridad instalado entre los que nos sabemos semejantes, incluye el envidiar, desear y hacer lo posible por compartir aquello que tiene mi vecino y que a mí me haría tan feliz.

Podríamos llamarla «la otra cara de la solidaridad»... que también existe, aunque prefiramos no tenerla en cuenta.

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