Ya he mencionado en otros lados —porque supongo que una mayoría de ustedes están de acuerdo—, que el capitalismo es un sistema de organizarnos bastante cruel. En algunos aspectos se parece a un no-sistema porque reproduce fielmente la lógica de la naturaleza (“el pez grande se come al pez chico”, etc.).
Como una cosa es estar en desacuerdo y otra muy distinta es
negar su existencia, dedico mucho tiempo a comentar cómo hacer para poder no
perecer en un escenario tan hostil.
Un subsidio es un dinero que se le quita a quienes están
bien para dárselo a otros que están mal. Por ejemplo, si los fabricantes de
automóviles están teniendo muy buenas ganancias, se les cobran más impuestos
para ayudar a los productores de leche que no logran ganar para vivir.
El subsidio es una forma de redistribuir la riqueza de un
país, aplicando un criterio parecido al de Robin Hood (quien les robaba a los
ricos para repartir entre los pobres).
Convengamos en que estas situaciones deberían ser por corto
tiempo porque si un agente económico permanentemente tiene necesidad de ser
ayudado para subsistir, entonces su existencia deja de estar justificada.
Algo similar pasó en Italia, donde Eluana Englaro (foto) estuvo
17 años en estado de coma irreversible porque las autoridades continuaban
manteniéndola con vida a pesar de los ruegos de sus seres queridos para que
permitieran su fallecimiento.
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