Según el Socialismo, corresponde que a los pobres se les «restituyan» los bienes que merecen.
No me extrañaría que la siguiente anécdota haya sido
traducida a varios idiomas porque tiene un fuerte contenido moral... para
quienes detentan ciertos puntos de vista.
Copio y pego de (1):
Cuentan que al cantante argentino
Jorge Cafrune (1937-1978), le presentaron una condesa que —según quien los
presentó—, acababa de donar unos terrenos de la familia al gobierno de Sevilla,
para construir un gran parque.
Fue entonces cuando el «turco» Cafrune, preguntó: «¿donó o devolvió?».
Fue entonces cuando el «turco» Cafrune, preguntó: «¿donó o devolvió?».
Efectivamente, la propiedad privada
instintivamente está flechada: todos tenemos un fanatismo territorial («donde
estoy parado, es mío») que coexiste con una fuerte dificultad para entender que
los demás también tienen un derecho igual.
Cuando nos organizamos en grandes
colectivos, será relativamente fácil ponernos de acuerdo para legalizar el criterio
de Robin Hood (robarle a los ricos para repartir entre los pobres).
Como corresponde a nuestra especie sólo podemos esperar que
nunca sean repartidos los bienes que los repartidores consideran propios. Como
regla (con excepciones) los repartidores sólo repartirán bienes ajenos.
Los únicos que podrían reaccionar airados son aquellos que
padecerán alguna expropiación, pero como ya sabemos que el ser humano se niega
a repartir lo propio, sabremos comprender (y descalificar) las protestas de los
expropiados.
El Socialismo (que propone, junto con el Cristianismo, el
reparto compulsivo de las concentraciones de riqueza) utilizan un verbo que yo
calificaría de imbatible, de gran poder comunicador y bajísima agresividad
explícita: me refiero a «restituir», que la Real
Academia Española
define así:
1. Volver algo a quien lo tenía
antes.
2. Restablecer o poner algo en
el estado que antes tenía.
En suma: Según Cafrune, la condesa
«restituyó» los terrenos.
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