Si la humanidad siente (pero no lo dice) que los bienes
naturales (commodities de agricultura, ganadería, minería) son «robados» al planeta, inconscientemente tratarán de pagar por
ellos lo menos posible.
El astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473 -
1543) «opinó» que el
planeta Tierra no está en el centro del universo como se pensaba en la época y
como puede afirmar cualquiera de nosotros tan sólo mirar el cielo.
Recibió
furibundas resistencias, calificativos demoledores sobre su «opinión» y también
sobre su persona, luego aparecieron algunas tímidas voces que comenzaron a
preguntarse si este señor no tendría algo de razón, más recientemente los
libros científicos informan que efectivamente nuestro planeta gira alrededor
del sol, pero seguimos diciendo que «el sol sale por el este y se oculta por el
oeste», en vez de confiar en Copérnico y decir «al sol comenzamos a verlo por
el este y dejamos de verlo por el oeste».
En otro
artículo (1) opiné que la explotación que los países industrializados hacen de
los países productores de «commodities» (materias primas, explotación ganadera
y agrícola, extracciones mineras) puede explicarse porque la que realmente
produce es la tierra, la naturaleza, y lo que vendemos es lo que le sacamos
(robamos) al terreno.
Es tan
antipática esta opinión que podría parecerse a la de Copérnico.
Sin
embargo, no poder encontrar otras formas de interpretar lo que nos ocurre con
la injusta distribución de la riqueza depende en gran medida de no poder
describir los hechos desde otros puntos de vista. Quizá nuestro error está en
el planteo.
En suma: una de las causas de la injusticia
distributiva está en que los humanos rechazamos la receptación (tráfico de
objetos robados) (2), no podemos explicitar que los commodities sean percibidos
como «objetos robados» (a la naturaleza) y por eso nuestros compradores
desvalorizan lo que vendemos.
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