Mi trabajo consiste en entender qué es el dinero para los humanos.
Quiero entenderlo por pura curiosidad —porque
para mí encierra algún misterio que lo transforma en algo generador de extrañas
emociones—, y en segundo lugar, porque aliento la esperanza de mejorar la
justicia distributiva.
Acá aparecen dos grandes incógnitas:
1º) Qué es la justicia para los humanos;
2º) (y si lograra resolver el punto 1º) Qué es
específicamente la «justicia
distributiva» para los humanos.
Parto de la
hipótesis (creencia, prejuicio, sensación) de que siempre hubieron pobres y
ricos.
Por lo
tanto, todo lo que se ha pensado, escrito y hecho para resolver esa injusticia,
está prácticamente descalificado por falta de resultados.
El espacio
que me queda para terminar este artículo de trescientas palabras, sólo me da
para hacer una mención al primer punto, que repito: «Qué es la justicia para
los humanos».
Parecería
ser que a medida que vamos resolviendo los problemas de convivencia que se nos
presentan, creamos normas de conducta (leyes) que, en caso de incumplirse serán
sancionadas de alguna forma, que también redactaremos junto con la norma.
En todo
este proceso (experiencia penosa, análisis de la situación, formas de evitar
una reiteración), los humanos nos engañamos y acá aparece una causa muy
poderosa de toda injusticia.
Si nos mentimos a nosotros mismos, no habrá
forma de legislar y juzgar con eficacia.
Me explico:
— Cuando ocurre una conducta inadecuada cuya
repetición debe ser evitada en el futuro (por ejemplo, un ciudadano le roba
dinero a otro ciudadano), decimos que el ladrón debe ser reeducado, para lo cual se le encierra
en un instituto de rehabilitación especializado (cárcel).
—
Quienes hablan y legislan sobre el concepto reeducación, se mienten porque lo que quieren
es vengarse, y preferentemente, extirpar
a ese ciudadano del cuerpo social, es
decir, matarlo.
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