viernes, 6 de julio de 2012

El cuerpo imaginario


Nuestro inconsciente sigue pensando que estamos compuestos por algo más que nuestro cuerpo anatómico (cabeza, tronco, extremidades). Cuando anteponemos el pronombre «mi» (casa, cónyuge, papá), hablamos de cosas in-cuerpo-radas.

Un psicótico (loco) es alguien ineficiente (débil, incapaz) para encarcelar adecuadamente su inconsciente.

Aunque sea lamentable, la vida del psicótico es imposible sin ayuda.

Es una lástima que así sea porque la salud mental concebida como el control casi total del inconsciente, tiene los enormes costos de privarnos de la creatividad, de alejarnos de nuestros instintos que tanto nos humanizarían, de gastar mucha energía en evitar que se escape, a pesar de lo cual, siempre ocurre alguna fuga (sueños, lapsus, actos impulsivos).

Esta cárcel de alta seguridad, que mantiene bajo custodia todo lo que fue condenado por nuestra cultura (deseos prohibidos, gustos aberrantes, instintos) o por nuestra propia conveniencia (recuerdos dolorosos, miedos, autocensura), esta cárcel conserva aquella primera percepción de la realidad, según la cual formábamos parte de un todo indivisible, integrado, fusionado (yo-mamá-papá-mi hermano-la casa-el oso de peluche-la luna) (1).

En esa locura propia del inconsciente, está la sensación de que nuestro cuerpo está compuesto por lo anatómico, más una cantidad de otras cosas externas que inconscientemente seguimos sintiendo como propias... tal como la sentíamos en aquella primera etapa de fusión.

Dicho de otra forma, la madurez intelectual nos permite discriminar, individualizar, reconocer que yo y mamá (y demás personas u objetos) estamos separados... pero hasta por ahí no más (no totalmente).

El deseo de apoderamiento, la furiosa defensa del derecho de la propiedad privada, los celos descontrolados por todo lo que creemos propio (cónyuge, hijos, amigos), esa desesperación que nos ataca cuando nos roban, cuando nuestro cónyuge se cree libre, cuando el gobierno nos cobra impuestos, ocurre porque en nuestro inconsciente nos sentimos amputados, desmembrados, mutilados, cercenados, lisiados.

 

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