domingo, 8 de julio de 2012

La política de ayudar a los más capaces


Lo más adecuado es ayudar, apoyar y defender a aquellos ciudadanos que sean tan capaces, productivos y generosos como la buena tierra.

En otro artículo (1) les comento que los humanos con deseos de progreso, especialmente material, tendrían que tener en cuenta que nuestro mayor esfuerzo debería estar destinado a favorecer el enriquecimiento de personas productivas o muy productivas.

A los efectos de explicar esta idea imagino que las personas estamos dotadas de diferentes niveles de productividad de manera similar (comparable) a lo que ocurre con la potencialidad agroeconómica de los distintos terrenos según su espesor, consistencia, porosidad y composición química.

Un agricultor que trabaje sobre un suelo fértil y generoso tendrá mayor rendimiento de su esfuerzo mientras que otro, con similar esfuerzo pero en un terreno de baja productividad, podrá cosechar menos frutos.

Es posible afirmar que las personas son generosas o mezquinas según cuánto esfuerzo tengan que realizar para obtener lo que necesitan para vivir dignamente. Quienes tienen la habilidad o la suerte de ganar dinero cómodamente, padecen menos resistencias para compartirlo.

Los avaros son un caso aparte y felizmente son los menos.

Usted y yo también podemos ser comparados con el suelo cultivable:

— algunos aman el trabajo, les encanta participar, colaborar, no están obsesionados con las ganancias, confían en los demás y disfrutan dando lo mejor de sí;

— otros —por el contrario—, no disfrutan trabajando, han tenido malas experiencias asociándose o cooperando y desconfían de la honestidad ajena, temen ser robados, abusados, explotados, burlados, estafados.

Así como es apasionante luchar por una ideología, una creencia, una convicción, también es posible hacer eso mismo procurando el enriquecimiento de quien demuestre capacidad productiva, generadora de riqueza y se complazca en repartir sus utilidades con los colaboradores que sean tan dadivosos como la tierra fértil.

 

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