viernes, 6 de julio de 2012

Mi novio me regaló la luna y yo le entregué mi...


Si repudiamos a quienes roban, la frustración de nuestro deseo inconsciente de poseerlo todo se alivia. Por eso los ladrones resultan ser necesarios y disimuladamente patrocinamos su existencia, rol y actividad.

En algunas ocasiones (1) he comentado con ustedes el paradójico fenómeno de la resistencia a la cura causado por invisibles beneficios secundarios de la enfermedad.

En otro artículo (2) les decía que cuando padecemos un descuido que le facilita la tarea a un ladrón, estamos demostrando qué poco nos conocemos, pues todos somos potencialmente ladrones aunque sean relativamente pocos quienes efectivamente roban.

Existe un beneficio secundario que nos vuelve más vulnerables a ser robados.

La idea de propiedad privada no está en nuestra naturaleza sino que es impuesta por la cultura.

Más precisamente, todos deseamos ser dueños del planeta entero, pero la cultura nos obliga a reconocer que otros también sean propietarios, al menos de una partecita (dinero, vehículo, casa).

En otras palabras, los humanos no somos potencialmente ladrones sino que nuestro inconsciente cree que todo nos pertenece.

La cultura nos impone aceptar que otros también deseen ser propietarios.

Para evitar que nos matemos mutuamente, la cultura nos ayuda a cuidar (mediante leyes, jueces, policías, cárceles) el pequeño trocito de planeta (casa, auto, dinero) que podamos haber adquirido.

El derecho a la propiedad privada es un tibio paliativo a nuestra ambición más profunda (la propiedad total).

Por lo tanto, el deseo inconsciente de propiedad total está frustrado y sufrimos por ello. Para peor, no acostumbramos confesar esto que nos pasa.

Esta frustración a nuestro deseo de apoderamiento global se alivia parcialmente poseyendo algunas pocas cosas (útiles, casa, terreno) mientras que la imposibilidad de confesar nuestro profundo fracaso (desahogarnos) lo apaciguamos descargando nuestra furia legal contra los ladrones ... que si no existieran, trataríamos de crearlos para poder culparlos y aliviarnos.

             

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