Uno
de los temas centrales, está en las ventajas del delito.
Si
cometer delitos es rentable, entonces la justicia estará patas arriba y casi
directamente tendremos en ese desajuste de nuestra habilidad para organizar
nuestra convivencia, un factor esencial para que la justicia distributiva provoque la pobreza que buscamos evitar.
Para
que el delito deje de ser conveniente, tenemos que asegurarnos de que las
desventajas superen a las ventajas.
En
otras palabras, mejoraría la justicia (entre otras, la distributiva) si entre
todos podemos decidir y lograr que ciertas prácticas, generen pérdidas para sus
actores.
Si
robar o matar (y todas sus variantes), dieran pérdida, nuestras sociedades
solamente tendrían delincuentes tontos, incapaces, masoquistas, que caerían en
la insolvencia incapacitante en poco tiempo.
Según
mi interpretación de los hechos, los llamados partidos de izquierda, han hecho
y hacen todo lo posible para gobernar nuestros países.
Una
práctica habitual, consiste en dificultar
en lo posible el desempeño de los gobiernos de derecha.
Su
discurso hace hincapié en algo que es difícil de rebatir porque se embandera
con la piedad, la consideración, el amor, la tolerancia hacia el semejante.
Estas
ideas ya tenían el campo abonado por siglos de cristianismo que impregnaron la
moral de todos los pueblos, especialmente hispanoparlantes.
La
prédica de los militantes de izquierda, consistió en invocar razones
humanitarias para defender a los delincuentes en desmedro de sus víctimas.
Esta
subversión de la lógica, ha permitido que la justicia encontrara trabas
insalvables para generarles pérdidas a los delincuentes, que revirtieran la
rentabilidad de sus crímenes.
Tal
política les ha permitido acceder a varios gobiernos, aunque instalando una
injusticia ... que también es distributiva (daño colateral).
En suma: una técnica proselitista de
los políticos de izquierda, genera pobreza.
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario