Los ladrones nos provocan envidia. Esto nos confunde y
desorienta, nos irrita, nos impide encontrar soluciones para la delincuencia.
Según algunas fuentes tan poco confiables como
cualquier otra, la pobreza extrema (indigencia) provoca el 3% (tres de cada
cien) de los atentados contra la propiedad (robo).
Hasta donde puedo comprender con mentalidad
psicoanalítica, el resto de los delitos están provocados por personas (casi
todos hombres) que se dedican a esta actividad porque poseen la vocación
suficiente y el talento necesario.
Una sociedad está organizada en forma de red
de pesca; si los vínculos son representados por hilos que tocan a uno y otro
ciudadano, el entrecruzamiento de esos «hilos» generaría algo similar a una tela.
En términos
sociales, es posible decir que «todos estamos vinculados con todos» (directa o
indirectamente, convendría agregar).
Los humanos
tenemos ciertas características, siendo una de las más importantes que casi no
conocemos nuestra psiquis (ni la propia ni la ajena).
Como
agravante de este desconocimiento de nuestra especie, se agrega que deseamos e
imaginamos ser de una determinada manera. Queremos (imaginamos) ser
inteligentes, simpáticos, honestos, veloces, infalibles, y en general, poseer
cualquier otro atributo que nos aporte valor.
En suma: nuestra inteligencia es poco apta para
auto conocernos y además está distorsionada por los prejuicios (de que somos
maravillosos, ...).
Los humanos
aceptamos la propiedad privada a regañadientes. Queremos ser dueños de todo
pero nos cuesta aceptar que otros sean dueños de algo.
Los humanos
aceptamos a regañadientes que otros sean más felices. Nos cuesta no agredir a
quienes exhiben mejor calidad de vida que la nuestra.
Creemos
— que los ladrones son más felices que los
honestos,
— que trabajan menos,
— que si no fuera porque somos tan honestos,
seríamos felices.
Conclusión: Los ladrones nos irritan porque los envidiamos, sobre todo si nos
roban.
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