En el siglo dieciséis, Michel Montaigne (1533 -1592) fue el filósofo francés que propuso: «en economía, no se saca provecho para uno sin perjuicio para otro».
Esto ocurre así cuando existe violencia del
estado para que alguien reciba un beneficio extra otorgando un subsidio o una
exoneración, cuando los sindicatos logran distorsionar la libre contratación o
cuando un asaltante roba un banco.
Los casos citados, como usted verá, incluyen
un asalto como un elemento más de las condiciones para que, en un mercado
libre, alguien gane lo que otro pierde.
De lo contrario, cuando nada de eso ocurre
(arbitrariedad, monopolio, abuso, robo), las transacciones realizadas en un
régimen de derecho, producen ganancias para ambos participantes.
Dicho de otro modo —y utilizando terminología
de la teoría de los juegos—, en las transacciones
comerciales libres, se produce un fenómeno de suma positiva.
Alguien
gana mucho dinero y gasta poco. Ahorra en un banco. Un empresario pide un
préstamo y el banco se lo concede a un cierto interés y plazo.
El
empresario compra un terreno, contrata a un ingeniero y cien obreros, quienes,
trabajando durante dos años, construyen un edificio.
El
empresario vende el edificio en más de lo que le costó, devuelve el préstamo
acrecido en sus intereses y ¿cuál es el resultado?
El
dueño del terreno, (suponemos que) ganó al vendérselo al empresario.
Los
cien obreros y el ingeniero ganaron su salario durante dos años.
El
empresario obtuvo su ganancia al vender el edificio.
El
banco obtuvo su ganancia por haber prestado el dinero.
El
ahorrista, cobra los intereses que el banco le paga por sus ahorros.
¿Quién
perdió? Nadie. Todos ganaron...
¡Aunque usted no lo crea!
¿Por
qué imaginamos víctimas?
Porque
nos sentimos mejor suponiendo que lo que no tenemos, no conseguimos o
extraviamos, nos fue robado.
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario