Los desocupados, inválidos, ladrones y demás dependientes
del trabajo ajeno, son también agentes económicos.
Recientemente (1) les decía que « las personas
desocupadas por falta de trabajo, discapacidad o que se niegan a trabajar, sólo
consumen (reciben subsidios, piden limosna, roban), desempeñando una función
evacuativa, similar a la intestinal, no menos importante, imprescindible y
complementaria.»
Otro día
(2) dije que «Lo que nos falta puede constituirse en
nuestra mejor ofrenda (obsequio, entrega, riqueza).»
También
comenté que «… cuando en un país la desocupación baja
demasiado, es difícil conseguir buenos trabajadores (porque están todos
ocupados), y para lograrlo, es preciso pagar salarios más altos, con lo cual
las ganancias disminuyen y ya no es tan interesante arriesgar capital.»
Aunque hay
más antecedentes, trataré de explicarme sólo con estos.
El
verdadero motor de los seres vivos, es la necesidad: de comer, de beber,
aliviarse, descansar.
Los humanos
tenemos el motor de la necesidad complementado (reforzado) por el deseo, que se
parece a la necesidad en cuanto a que nos compele a satisfacerlo, pero es más
inespecífico, puede satisfacerse de formas variadas. Mientras que la necesidad
es muy específica: hambre, sed, el cansancio, el deseo de protagonismo puede
saciarse diciendo chistes o ayudando al menesteroso.
Por lo
tanto, los humanos necesitamos la necesidad reforzada por el deseo para poder
funcionar.
Todo lo que
nos provoque necesidad o deseo, es tan valioso e imprescindible como todo lo
que nos permita su satisfacción, pero tiene que estar en ese órden: primeros
precisamos necesitar y desear y luego tenemos que encontrar cómo satisfacerlos.
Los
desocupados, inválidos, ladrones, son agentes económicos que participan en el
imprescindible rol de proveernos necesidades (reponer lo robado) y deseos (de
ayudar), estimulando nuestra vida.
Estoy
seguro de que estas ideas son raras y antipáticas. No estoy seguro de que estén
equivocadas.
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario