miércoles, 4 de julio de 2012

Las noticias de nuestra infancia – 5


Los caballos duermen parados, tienen los ojos sobre los laterales del cráneo y sus orejas cambian de orientación, según dicen algunos opinólogos (como yo), porque en la historia de estos animales, esas funcionalidades se fueron desarrollando para que se defiendan más eficazmente de los depredadores.

La lógica de esas características anatómicas estaría en que, si fueran atacados mientras duermen, podrían huir rápidamente; asimismo, los ojos laterales y las orejas giratorias, les permiten tener una percepción visual y auditiva de 360º.

Los humanos también traemos algunas funcionalidades defensivas, que se van perfeccionando a medida que crecemos.

Lo que estoy comentando con ustedes desde hace algunos artículos anteriores (1), refiere precisamente a un conjunto de temores, precauciones, acciones reflejas, que fuimos adquiriendo a través de los milenios, para defendernos de nuestros depredadores.

Este artículo lo destinaré a las fantasías persecutorias.

Si tuviéramos que arriesgar una hipótesis sobre cuándo comenzó nuestra desconfianza, pensaríamos en el parto.

Cualquiera fuera el mínimo recuerdo de aquel traumático evento ¿quién podría entender y justificar un desalojo tan violento e inoportuno (porque éramos muy débiles para ser desterrados)?

Entramos a la vida con el pie izquierdo: nada menos que nuestra madre tiene una actitud tan antipática.

Tengamos en cuenta además que no podemos averiguar con otros niños cómo les fue a ellos, como para tranquilizarnos pensando que «a todos nos ocurre lo mismo».

Por lo tanto, nuestros sentimientos paranoicos (persecutorios) están plenamente justificados.

En suma: la naturaleza nos hizo predispuestos a la desconfianza y además, tenemos motivos valederos para sentirnos personalmente perseguidos.

En la adultez, nos resultan desproporcionadamente alarmantes noticias, tales como:

— robo de identidad;
— epidemia;
— estafa;
— llamadas telefónicas u otros mensajes anónimos;
— cambios en nuestro cuerpo, por mínimos que sean;
— futurología inquietante (apocalíptica);
— recalentamiento global, deshielo (imagen), debilitamiento de la capa de ozono, invasión de marcianos.


   

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