Nuestra psiquis no es muy
categórica cuando condena el robo.
«Deuda
vieja es deuda muerta», dice un refrán.
Los
refranes pretenden convertir un hecho verosímil en una verdad concluyente, a
fuerza de ser expresada y reiterada, de forma sencilla y recordable.
El
diccionario lo define así: «Dicho popular agudo y
sentencioso que suele contener un consejo o una moraleja:»
Los
refranes se parecen a los eslóganes:
— «Si es Bayer, es bueno»;
—
«[Coca-cola] La chispa de la vida»;
— «Just do
it [Tan solo hazlo... con Nike]».
El
diccionario define al eslogan de esta manera: «Fórmula o
frase breve con fin publicitario o propagandístico, generalmente aguda y fácil
de recordar»
Con estos
mínimos ingredientes, intentaré armar un comentario referido a los
endeudamientos incumplidos, a la impuntualidad en los pagos, también llamados morosidad.
El
refrán nos informa que un préstamo puede ser la antesala de un robo, siempre y
cuando la morosidad logre envejecer la deuda hasta que muera.
Esa
es una estrategia que utilizan muchos deudores que logran quedarse con el
dinero que recibieron en préstamo de forma similar a como lo hacen un ladrón,
un estafador, un chantajista.
En
los hechos, las modalidades por las que el dinero cambia de manos de manera
fraudulenta no son importantes a la hora de catalogarlos.
Lo
que sí llama la atención es el sentimiento que genera en una mayoría esta
modalidad engañosa de apropiarse del dinero ajeno.
—
De las profesiones conocidas, la de cobrarle a los morosos es tan impopular
como la de los funebreros;
—
Los ladrones de bancos generan grandes simpatías, admiración, (quizá también)
envidia;
—
Anida amorosamente en el corazón de muchos buenos ciudadanos, la imagen del
romántico ladrón Robin Hood.
En suma: ¿Creemos realmente que el robo
es un delito o sólo queremos castigar a quien nos perjudique personalmente?
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