lunes, 16 de julio de 2012

¿Quién es (de) quién?


— (Atiende el teléfono con voz muy baja) Si?

— Hola, Rosanita, ¿cómo estás?

— Bien, mamá, ¿y ustedes?

— Voy a darte una buena noticia: con tu papá hemos decidido que te vamos a acompañar cada vez que Ernesto esté imposibilitado por sus compromisos.

— Quizá sea una buena noticia pero a mí no me alegra, pero igual, se los agradezco.

— ¿Pero qué te pasa, hijita? ¿Por qué decís que no te parece que es una buena noticia con ese tono de desencanto?

— Bueno, mamá, no tengo mucha energía para estar dándote explicaciones. Estoy tratando de ver qué hace mi cabeza con la patada que recibió de esa yegua.

— Es una buena doctora, Rosanita. Quizá debió ser más indirecta para comunicar una opinión que no pasa de ser eso: una opinión.

— No la defiendas porque ese diagnóstico no se entrega como un volante callejero: ¡Es una yegua! Pero te estaba explicando que no me parece una buena noticia un ofrecimiento tan invasivo como el que me acaban de hacerme vos y papá.

— ¿Invasivo?, pero no seas ingrata, por favor. Reconozco que estés muy preocupada pero tenés que pensar también un poco en nosotros, cómo nos sentimos.

— No, mamá, no tengo que pensar nada en cómo se siente nadie excepto yo misma. Ahora mi problema es el más grande para mí y los que se sienten sanos, que por lo menos no me jodan.

— Bueno, Rosanita, comprendo que estés un poco alterada, pero vos sabés bien lo que significan los hijos para los padres...

— ¡Me importa un carajo lo que significan los hijos para los padres! Esa yegua hija de puta ya me dijo que el bulto es maligno, ya me condenó, para ella ya estoy muerta, sólo me dará cuidados paliativos durante el fallecimiento.

— Pero no es así, Rosanita, lo que...

— (Gritando) ¡No me digas más Rosanita, grandísima hipócrita!

— (Llorando) Nunca pensé que un hijo me diría «hipócrita»...

— Vos y papá dicen que me quieren pero como una parte de ustedes, no me consideran un ser independiente, propio, responsable.

— Pero, Rosana, si no te atiendes, podrías morirte y es como si tú nos robaras a nuestra hija, ¿entiendes por qué queremos ayudarte?

— ¡Déjense de hinchar! Yo no les robo una hija, ustedes nunca me entregaron mi cuerpo, ni siquiera ahora que está enfermo. Nunca fui mía y ahora, esta enfermedad de mierda me da fuerza para gritarles, ¡soy mía! ¿Entienden? ¡MÍA!

(Este es el Artículo Nº 1.515)

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